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Antonio Berni: 120 años del artista argentino que puso el arte al servicio de lo social

Nacido el 14 de mayo de 1905 en Rosario, Antonio Berni fue mucho más que un pintor. Fue grabador, muralista, escultor y, sobre todo, un cronista visual de las injusticias sociales del siglo XX argentino. Su obra dialogó de forma directa con la realidad de su tiempo: la pobreza, el trabajo precario, la industrialización, la violencia, el deseo y el consumo. Todo eso está ahí: en sus texturas, en sus personajes, en sus materiales.

Y a 120 años de su nacimiento, su arte sigue interpelando generaciones.

‘Manifestación’: el pueblo como protagonista en los inicios del realismo social.

Manifestación. 1934 © Antonio Berni

En el marco de la crisis social y política que atravesaba la Argentina tras el golpe militar de 1930, Antonio Berni pintó Manifestación’, una de sus obras más emblemáticas y fundacionales. Realizada en 1934, esta pintura monumental representa a un grupo de manifestantes que marchan reclamando “pan y trabajo”, una consigna que resume el desamparo de las clases trabajadoras de la época.

La obra marca un punto de inflexión en la trayectoria de Berni, tanto por su compromiso político explícito como por la adopción de un lenguaje visual nuevo: el Nuevo Realismo, una corriente que combinaba recursos expresivos del realismo clásico con elementos contemporáneos como la fotografía periodística, el encuadre cinematográfico y la intensidad emocional en los rostros y gestos de los personajes. Berni trabajó con temple sobre arpillera, un soporte humilde y simbólico, que reforzaba el mensaje de la pintura y rompía con los materiales tradicionales del arte académico.

Manifestación no busca la belleza idealizada: es una pintura incómoda, frontal, urgente. Los rostros en primer plano —inspirados en personas reales, vecinos y obreros— no son anónimos: miran al espectador, lo interpelan. La figura de la mujer al frente, con pañuelo en la cabeza y un cartel en las manos, carga con una energía silenciosa y poderosa que sintetiza el rol del pueblo en las luchas sociales.

La obra es también un gesto colectivo: Berni no pintó héroes individuales, sino una masa en movimiento, un cuerpo social que reclama ser visto y escuchado. La tensión entre lo individual y lo colectivo, lo artístico y lo político, atraviesa toda la composición.

Desde 2001, Manifestación forma parte de la colección permanente del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA), y fue objeto del proyecto interdisciplinario ‘Manifestación en foco’.

Gracias a investigaciones técnicas como radiografías, análisis de pigmentos y luz ultravioleta, se descubrió, entre otras cosas, que originalmente Berni había incluido una pancarta, descartada por el propio artista en la versión definitiva de 1934, posiblemente para evitar que su obra fuera usada con fines partidarios. Este hallazgo refuerza la idea de que Manifestación no es solo una pintura, sino un documento vivo que sigue mutando y revelando capas de significado casi un siglo después de su creación.

Juanito y Ramona: crónica visual de la desigualdad

En los años 60’, Antonio Berni abandonó los pinceles tradicionales y abrazó materiales nuevos: latas oxidadas, maderas rotas, retazos de tela, engranajes, clavos, cartón, plástico. Con ellos, construyó dos de los personajes más emblemáticos del arte latinoamericano del siglo XX: Juanito Laguna y Ramona Montiel.

Más que personajes, Juanito y Ramona son arquetipos sociales. Juanito es un niño de una villa miseria, hijo de la clase trabajadora urbana empobrecida por la modernización desigual. Ramona es una mujer que transita los bordes del deseo, la moda, el consumo y la explotación sexual. Ambos nacen del realismo social de Berni, pero trascienden el retrato individual: son espejo de estructuras sociales que los exceden.

Juanito aparece por primera vez en 1958, en una serie de collages donde el artista documenta —con ternura, crítica y precisión— la vida de los niños en los márgenes de las grandes ciudades. Lo vemos con gomeras, bicicletas oxidadas, entre basurales y fábricas, pero también soñando, jugando, resistiendo. Berni no lo representa como víctima, sino como sujeto de deseo, imaginación y lucha.

La gran innovación estética de esta serie es el uso de materiales de descarte, recolectados por el propio artista en las calles de Buenos Aires. Con ellos, Berni desarrolló una técnica que bautizó como “realismo mágico social”, una forma de collage escultórico que daba volumen, textura y contexto real a sus personajes. Las obras de Juanito no están “pintadas”: están armadas con fragmentos del mundo que denuncia.

Poco después, Berni presenta a Ramona Montiel, una joven de barrio humilde que busca el ascenso social a través del trabajo, el amor, el consumo o el deseo ajeno. Ramona es sofisticada y trágica a la vez. Berni la retrata con vestidos de encaje, zapatos brillantes, joyas recicladas y miradas inquietantes. Pero también con signos de desgaste, de sometimiento, del cuerpo como mercancía. Es víctima del sistema y a la vez agente de su propia teatralidad.

La Gran Tentación. 1962 © Antonio Berni

Las series de Juanito y Ramona incluyen no solo collages y pinturas, sino también relieves, grabados monumentales, objetos y esculturas. Fueron expuestas internacionalmente —en la Bienal de Venecia, por ejemplo, donde Berni ganó el Gran Premio de Grabado en 1962— y marcaron un hito en la historia del arte por su fusión entre arte culto y cultura popular, entre crítica social y belleza visual.

«Les puse nombre y apellido a una multitud de anónimos, desplazados, marginados niños y humilladas mujeres; los rodeé de la materia en que desenvolvían sus desventuras, para que, de lo sentido, brotara el testimonio. Yo a Juanito Laguna lo veo y lo siento como el arquetipo que es; arquetipo de una realidad argentina y latinoamericana, lo siento como expresión de todos los Juanitos Laguna que existen».

Antonio Berni

Un artista total: murales, grabados, ilustración y compromiso.

A lo largo de su carrera, Antonio Berni desplegó una obra tan diversa como coherente, que atravesó múltiples soportes y lenguajes sin perder su eje central: el arte como herramienta de transformación social. Aunque es mayormente conocido por sus collages y personajes como Juanito Laguna y Ramona Montiel, su producción abarca también murales, ilustraciones, grabados monumentales, escenografías, objetos, performances y proyectos colectivos vinculados con la educación popular y la acción comunitaria.

El mural como manifiesto público.

Berni entendía el muralismo como una forma de intervención directa en el espacio urbano y en la conciencia colectiva. En 1946, junto a Lino Enea Spilimbergo, Demetrio Urruchúa, Juan Carlos Castagnino y Manuel Colmeiro, realizó los murales de la magnífica cúpula de Galerías Pacífico en la ciudad de Buenos Aires. Su obra ‘El amor o Germinación de la tierra’ (1946), representa el vínculo esencial entre la naturaleza, la fertilidad y el trabajo humano.

El grabado como arma gráfica.

En los años 60, Berni desarrolló una línea de trabajo centrada en xilografías y grabados de gran escala, muchas veces con matrices múltiples y tintas sobre tela. Fue una manera de democratizar el acceso al arte, al permitir la multiplicación de imágenes y su circulación fuera de los museos.

El grabado le permitió trabajar con imágenes más punzantes, crudas y satíricas, sin perder su dimensión poética. A través de esta técnica, denunció desde la contaminación ambiental hasta la represión política y la violencia económica.

Primeros Pasos. 1936 © Antonio Berni

Ilustración, docencia y militancia cultural.

Berni también incursionó en la ilustración de libros y revistas, y colaboró con publicaciones culturales y pedagógicas. Fue un ferviente defensor de la educación pública, del rol activo del artista en la sociedad, y del vínculo entre arte y formación ciudadana. 

Además de su obra visual, también se dedicó a la docencia, compartiendo su experiencia como profesor en la Escuela de Bellas Artes de Buenos Aires. Allí formó y acompañó a nuevas generaciones de artistas, dejando una marca profunda no sólo por su técnica, sino por su forma de entender el arte desde una mirada crítica y comprometida. Para Berni, el arte no podía ser neutro. Era una forma de actuar en el mundo.

Del siglo XX al XXI: la obra de Berni como espejo de nuestra sociedad.

En una época dominada por los cánones europeos del arte moderno, Berni eligió mirar hacia adentro. Su estilo, influenciado por el surrealismo y el realismo crítico, terminó mutando en un lenguaje propio que rompía con la tradición académica.

Usó el collage como trinchera visual. Recolectó pedazos de realidad —literalmente— para construir escenas donde la miseria convive con la esperanza. En cada obra hay una invitación a mirar, pero también a reflexionar. A no pasar de largo.

La obra de Berni está más viva que nunca. Se estudia, se expone, se resignifica. Su legado no es solo plástico, sino también ético y político. Nos enseñó que el arte puede ser incómodo, urgente, bello y necesario.

Porque Juanito y Ramona no quedaron en el pasado: siguen caminando nuestras calles, apareciendo en nuevas obras, y hablando con las nuevas generaciones.

Este 2025, se cumplen 120 años del nacimiento de Antonio Berni, el artista argentino que revolucionó el arte latinoamericano con obras como Manifestación, y personajes emblemáticos como Juanito Laguna y Ramona Montiel. Pintor, grabador y muralista, su legado sigue vivo como testimonio social y estético del siglo XX.